1.1) La Teología como ciencia
1.2) Las fuentes de la teología
1.3) División de la Teología en sus especialidades
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA
La teología es el hábito científico del creyente por el cual
adquiere comprensión de los misterios revelados y que se constituye en un saber
o ciencia.
1- El vocablo teología en sus orígenes
En el mundo grecolatino, la palabra teología ha tenido una
multiplicidad de significados, que distinguimos para precisar la realidad que
tendremos como objeto de estudio.
a) En el paganismo grecolatino
El eclecticismo latino tardío (siglo III AC.) llegó a sistematizar
los diversos sentidos de la palabra, distinguiendo tres “teologías”: la
“mítica” (se ocupa de la gesta de los dioses dentro de la mitología), la
“física” (hace referencia al estoicismo que identifica a los dioses con los
principios o causas de fenómenos de la naturaleza), la ‘‘civil’’ (religión de
estado con sus ritos y prescripciones) (1).
b) En la filosofía antigua
El término lo introdujo Platón para designar el estudio de
Dios dentro del pensamiento filosófico, aunque su concepción posee aún
elementos ligados al sentimiento religioso (2).
Para Aristóteles este término es equivalente a “filosofía
primera” (metafísica).
c) En el cristianismo
A partir del siglo III, comienza a introducirse el uso del
término “teología”, primero designando dentro de la doctrina cristiana aquello
que pertenece al estudio de Dios en si separando los aspectos del orden de la
creación y salvación. Luego se extenderá a todo el contenido de la doctrina
señalando especialmente el desarrollo de las escuelas teológicas.
2- Realidad que designa el concepto teología
Por Teología se entiende la ciencia de Dios; el conocimiento
que el hombre puede adquirir sobre Dios en sí mismo a partir de la revelación.
El punto de partida el la revelación divina aceptada por la fe, el medio de
conocimiento es la razón iluminada por la fe, y el punto de llegada es Dios en
sí mismo.
Luego de este primer acercamiento damos una primera
definición:
Definición 1:
“Conocimiento que Dios tiene de sí mismo y de todas las
cosas creadas por Él, manifestado al hombre.”
Esta definición nos acerca al concepto mostrando que hay un
conocimiento de la intimidad de Dios, de su sabiduría, por una donación o
participación de Dios al hombre.
Distinguimos también, entre fe infusa, que es el simple
asentimiento de la verdad revelada; y la teología (3), que supone una
tarea intelectual, donde el asentimiento inicial se despliega en el discurso
racional donde se infieren verdades virtualmente contenidas. Esto nos permite
establecer como distinción: a) verdades formalmente reveladas, y b) verdades
virtualmente contenidas y adquiridas por demostración a través del ejercicio de
un hábito intelectual propio.
Estamos ahora en capacidad de enunciar una segunda
definición aplicable propiamente a la teología como ciencia:
Definición 2:
“Hábito intelectual que versa sobre las verdades virtual e
implícitamente reveladas” (4).
Se sigue de la definición que las verdades formales
(artículos de fe) son los principios de donde parte la teología para demostrar
las conclusiones. Mientras que las conclusiones (verdades virtualmente
contenidas en la revelación) son el objeto de la ciencia teológica.
3- La Teología como ciencia
La noción clásica de ciencia dice: “Ciencia es el
conocimiento evidente de las conclusiones contenidas en sus principios”. Esto
significa que para encontrarnos con la evidencia de las conclusiones debemos de
partir de principios evidentes, pero los principios de la teología no son
evidentes. Muchas veces sucede esto en las ciencias, ya que muchos principios
se toman de otra ciencia donde si son evidentes y los trasladamos sin requerir
la evidencia en el nuevo campo, como pasa en la física, que se vale de
elementos de la matemática (que solo son evidente en dicha ciencia y no en la
física), este caso se llama ciencia subalternada. Se confía en las
demostraciones de la ciencia subalternante. De este modo la teología en sus
principios se subordina a la ciencia de Dios (que no puede ni engañarse ni engañarnos
en razón de su absoluta perfección).
Algunas conclusiones: a) no tenemos evidencia ni de los
principios ni de las conclusiones; b) la teología se encuentra en nosotros de
modo imperfecto; c) la teología es substancialmente ciencia porque se ordena
esencialmente a la teología beatífica del cielo, de quien recibirá la
evidencia; d) en el cielo, cuando sea unida nuestra ciencia teológica a su
subalternante (la ciencia de Dios), se hará ciencia perfecta (fe reemplazada
por la visión de Dios).
También cabe que le apliquemos el concepto moderno de
ciencia: “Conjunto de conocimientos metódicamente adquiridos y sistemáticamente
organizados que versan sobre un determinado objeto de estudio”. En este
sentido, la teología tiene su objeto propio: Dios en cuanto El se ha
manifestado, su método: mediante el cual ordena racionalmente lo revelado
construyendo un verdadero sistema donde cada una de las verdades allí expuestas
se relaciona con sus principios y con otras verdades, hay conclusiones que
parten racionalmente de los principios y en ellos se resuelven.
4- Las fuentes de la teología
La Teología presupone la fe por la que el hombre se confía
libre y totalmente a Dios. La fe tiene por objeto aquello que ha sido
manifestado formalmente por Dios, pero el objeto de la Teología se extiende no
solamente a las verdades reveladas, sino también a las conclusiones y
deducciones que de ellas se obtiene. De este modo vemos la necesidad de las
fuentes de la fe y de la teología contenidas en la única revelación de Dios, el
único Evangelio, que se nos ha transmitido bajo las formas de Tradición y de
Escritura; ambas expresan el único misterio, ambas concurren a un mismo fin,
ambas son Palabra de Dios. Este único depósito de la revelación constituido por
la Tradición y la Escritura ha sido confiado a la Iglesia entera para que viva
de él, pero el papel de interpretar la Palabra de Dios, escrita o transmitida,
ha sido confiado al Magisterio de la Iglesia, que por mandato de Cristo y con
asistencia del Espíritu oye con respeto la Palabra de Dios, la guarda con
diligencia y la expone con fidelidad; y de este único depósito de la fe saca el
Magisterio todo lo que propone que se ha de creer como verdad revelada por
Dios.
5- División de la Teología en sus especialidades
Teología
|
Positiva
|
Bíblica
|
||
Patrística
|
||||
Simbólica
|
||||
Sistemática
|
Dogmática
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|||
Moral
|
Individual
|
Casuística
|
||
Ascética
|
||||
Mística
|
||||
Social
|
Jurídica
|
|||
Política
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||||
Económica
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||||
Cultural
|
Autor: Pbro. Oscar Angel Naef
(1) “… La llaman mítica porque la usan principalmente los poetas; física porque la usan los filósofos y civil porque la emplean los pueblos. En la primera que mencioné se contienen muchas ficciones contrarias a la dignidad y naturaleza de los Inmortales. Pues representa a los dioses como nacidos, uno de la cabeza (de Júpiter), otro del muslo, aquel de las gotas de su sangre. .. La otra clase (de teología) es aquella de la que los filósofos nos legaron muchos libros. En ellos se nos dice quienes son los dioses, cual su morada, su linaje, sus cualidades; si son dioses desde tal época o desde toda la eternidad; si proceden del fuego, como lo cree Heráclito, o de los números como lo piensa Pitágoras, o de los átomos coma lo dice Epicuro; y otras cuestiones d esta índole que los oídos pueden soportar mejor dentro de las paredes de la escuela que fuera en el foro... El tercer género es aquel que deben conocer y practicar en las urbes los ciudadanos y de modo especial los sacerdotes; a saber, a que dioses hay que rendir culto público y qué ritos ya qué sacrificios está cada cual obligado… La primera teología es la que conviene propiamente al teatro; la segunda, al mundo; la tercera, al Estado…” (Varrón, citado por S. Agustín. “Civ. Dei” VI, 5; PL 41, 18O,s)
(1) “… La llaman mítica porque la usan principalmente los poetas; física porque la usan los filósofos y civil porque la emplean los pueblos. En la primera que mencioné se contienen muchas ficciones contrarias a la dignidad y naturaleza de los Inmortales. Pues representa a los dioses como nacidos, uno de la cabeza (de Júpiter), otro del muslo, aquel de las gotas de su sangre. .. La otra clase (de teología) es aquella de la que los filósofos nos legaron muchos libros. En ellos se nos dice quienes son los dioses, cual su morada, su linaje, sus cualidades; si son dioses desde tal época o desde toda la eternidad; si proceden del fuego, como lo cree Heráclito, o de los números como lo piensa Pitágoras, o de los átomos coma lo dice Epicuro; y otras cuestiones d esta índole que los oídos pueden soportar mejor dentro de las paredes de la escuela que fuera en el foro... El tercer género es aquel que deben conocer y practicar en las urbes los ciudadanos y de modo especial los sacerdotes; a saber, a que dioses hay que rendir culto público y qué ritos ya qué sacrificios está cada cual obligado… La primera teología es la que conviene propiamente al teatro; la segunda, al mundo; la tercera, al Estado…” (Varrón, citado por S. Agustín. “Civ. Dei” VI, 5; PL 41, 18O,s)
(2) “…los fundadores (de la
República) no tienen la obligación de componer fábulas, sino únicamente de
conocer las líneas generales que deben seguir en sus teologías los poetas con
el fin de no permitir que se salgan nunca de ellas…” (Platón, “La República”
II, 379,a)
(3) Suma contra los gentiles, 1.4, c.
“Existe un triple conocimiento de las cosas divinas. En el primero, el hombre,
gracias a la luz natural de la razón, se eleva al conocimiento de Dios por las
criaturas; en el segundo, la verdad divina, que desborda los límites de nuestra
inteligencia, baja hasta nosotros por medio de la revelación, no ya como una
demostración que tengamos que comprender, sino como una Palabra que hemos de
creer; en el tercero, el espíritu será elevado a ver perfectamente lo que Dios
le reveló” .
(4) Santo Tomás, S. Th. I, 1, 7,
c. “Dios es el sujeto de esta ciencia. La relación que hay entre una ciencia y
su sujeto es la misma que hay entre una facultad o hábito y su objeto. El
objeto propio de una facultad o hábito lo constituye el aspecto bajo el cual lo
considera todo tal facultad o hábito. Así, el hombre y la piedra son
considerados por la vista bajo el aspecto del color, de ahí que el color sea el
objeto propio de la vista. Todo lo que trata la doctrina sagrada lo hace
teniendo como punto de mira a Dios. Bien porque se trata de Dios mismo, bien
porque se trata de algo referido a El como principio y como fin. De donde se
sigue que Dios es verdaderamente el sujeto de esta ciencia. Esto mismo queda
patente por los principios de esta ciencia, que son los artículos de fe, y que
proviene de Dios. El sujeto de los principios es el mismo que de toda la ciencia,
pues toda la ciencia virtualmente está contenida en los principios. Es verdad
que ha habido quienes, considerando lo que se trata en esta ciencia y no el
aspecto bajo el que se trata, le han asignado a la doctrina sagrada otro
sujeto. Por ejemplo, los hechos y los signos, o la obra de la reparación, o el
Cristo total, esto es, la cabeza y los miembros. Cierto que en esta ciencia se
trata de todo esto, pero siempre en cuanto referido a Dios.”