lunes, 1 de julio de 2019

La educación en el libro República de Platón. Análisis de la obra.

Si bien el diálogo “República” de Platón no es un tratado sobre educación, sino más bien un “tratado” de filosofía política, es posible encontrar referencias que hacen a los principios educativos de “una ciudad ideal”.
Análisis de la obra:
1- Fin de la educación
El fin que encontramos es educar al hombre para elevarlo del mundo sensible al de las ideas.
“-Y el alma más valerosa e inteligente, ¿no será la menos turbada y alterada por cualquier fenómeno exterior? … Luego, todo lo que es perfecto, ya proceda su perfección de su naturaleza, ya del arte, o de ambas cosas a la vez, es lo menos expuesto a ser alterado por un agente exterior” (1)
2- Niveles de educación
Habla especialmente de dos niveles de educación: educación elemental y educación superior.
2.1- Educación elemental
2.1.1- Educadores:
Naturalmente dirá que los educadores es esta etapa serán la nodriza y la madre, y mediante ellas se deberá llevar a cabo la tarea educativa de los primeros años.
“Convenceremos a las nodrizas y a las madres de que cuenten a los niños las fábulas escogidas y que mediante ellas modelen sus almas, poniendo en la tarea mayor cuidado que el que ponen en formar sus cuerpos con ayuda de las manos” (2)
2.1.2- Contenido
La educación debe comenzar por la música… (opinión sobre las fábulas- ¿Por qué debe comenzar por la música?)
“¿No sabes –dije- que a os niños empezamos por contarles cuentos, y que estos son ficticios, por lo general, aunque haya en ellos algo verdadero? Para educar a los niños nos valemos primero de los cuentos y después de la gimnasia.
Así es.
Por eso dije que debemos empezar por la música antes que por la gimnasia.” (3)
2.1.2.1- Mitos, cuentos o fábulas son los poemas…
“- Sí –dijo- pero no veo cuáles son esos mitos mayores de que hablas.
- Los de Hesíodo y Homero, y los demás poetas. Ellos han compuesto esas fábulas ficticias que contaron a los hombres, que se cuentan todavía.
- Lo que hay de censurable en ellas –contesté- ante todo y sobre todo, es decir, sus indecorosas mentiras.” (4)
2.1.2.2- ¿Qué debe hacerse con las fábulas?
“…debemos vigilar a los creadores de fábulas, escoger las buenas y rechazar las malas.” (5)
2.1.2.3- Los discursos:
Presenta dos tipos de discursos y un tercero en el que se utilizan los dos anteriores (imitación, relato del poeta – sus ideas)
“…a saber que a poesía y la ficción en prosa comportan una especie completamente imitativa, o sea, como tú lo has dicho, la comedia y la tragedia; la segunda especie, es el relato del poeta mismo, y … la tercera, mezcla de las dos anteriores, se emplea en los poemas épicos y en muchos otros géneros.” (6)
2.1.2.3.1- Imitación:
Con respecto a la educación del guardián ve que el aprendizaje por imitación no le es favorable, sino se lo limita a imitar desde pequeño aquello que más tarde debe hacer en la ciudad. De este modo se preparará para su tarea en caso contrario hará o sabrá hacer distintas actividades, pero no se habrá especializado en aquello que le es propio.
“- Examina ahora, querido Adimanto, si nuestros guardianes deben ser imitadores o no ¿No deduces tú, de lo que antes hemos dicho, que cada cual puede practicar bien un oficio y no varios, y que si intenta dedicarse a muchos fracasará en todos, o a lo menos no alcanzará en ninguno reputación? 
- ¿Cómo no habría de ser así?
- ¿No sucede lo mismo con la imitación? Es decir, una misma persona no puede imitar varias cosas tan bien como una sola cosa.” (7) …
“Y en caso de que imite algo, será preciso que imiten desde la infancia aquellas cualidades, que les conviene adquirir, la valentía, la prudencia, la piedad, la magnanimidad y otras semejantes…” (8)
2.1.2.3.1.1- Contenido de la imitación
Se da en la imitación de virtudes y no de actitudes que van contra ellas.
“…que imiten desde la infancia aquellas cualidades que les conviene adquirir, la valentía, la prudencia, la piedad, la magnanimidad y otras semejantes, pero que no empleen su habilidad en imitar cosas innobles, ni vicios vergonzosos, no sea que la imitación los induzca a ser en la realidad aquello que imitan.” (9)
2.1.2.3.2- Los relatos
Es un estilo de discurso donde el autor expresa o relata lo que tenga que decir: ya sea un hombre de bien y otro de vida contraria.
“Si comprendo bien tu pensamiento, hay una manera de expresarse y relatar de que se sirve todo hombre de bien cuando tiene algo que decir, y otra del todo diferente de ella que emplea siempre en sus relatos aquel que por su naturaleza y educación es lo contrario del hombre de bien.” (10)
2.1.2.3.2.1- Empleo del relato
El relato resulta didáctico cuando es escrito por “…un hombre de bien…” (hombre virtuoso), pues manifestará un juicio recto en forma natural si es digno de “un hombre de bien” y en caso contrario empleará distintos recursos para hacerlo notar.
“…un hombre de bien, cuando las circunstancias lo llevan a relatar lo que ha dicho o hecho otro hombre de bien, consentirá en ello de buena gana y no se avergonzará de imitarlo, sobre todo si se trata de alguien que obra irreprochable y cuerdamente; en cambio, lo hará menos a gusto si el personaje sufre los efectos de la enfermedad, el amor, la embriaguez, o se encuentra en cualquier otra situación desdichada. Pero si las circunstancias lo llevan a imitar a un hombre inferior a él, nunca lo hará seriamente, sino muy de pasada, siempre que el personaje en cuestión realice alguna acción digna; más aún, sentirá vergüenza, no sólo porque no está acostumbrado a imitar a esa clase de gente, sino porque le repugna tomar por modelos a quienes valen menos que él. En el fondo, desdeña imitarlos y sólo lo hace como un mero pasatiempo.” (11)
2.1.2.3.3- Conviene usar el discurso simple en la enseñanza
Los poetas utilizan los dos estilos de narración y su mezcla, pero se cree conveniente, que se utilice la narración simple, propia del hombre de bien. Esto resulta lógico si se sigue el criterio de que: quien imita más de una cosa no llega a imitar ninguna bien. Luego se sigue que es preferible que en esta ciudad se imite al hombre de bien solamente; y así alcanzarlo (como ideal).
“…- Pues bien, ¿no emplean todos los poetas y narradores ya el primer estilo, ya el segundo, o un tercero que es mezcla de los dos?
- Necesariamente –dijo.
- ¿Qué haremos, pues, en la ciudad? –pregunté- ¿Hemos de admitirlos todos, o uno u otro exclusivamente, o la mezcla de los dos?
- Si ha de prevalecer mi criterio –contestó- aceptaremos la narración simple, propia del hombre de bien.” (12)
2.1.2.4- El canto y la melodía
Melodía: distingue tres elementos a tener en cuenta en el análisis: letra, armonía y ritmo.
“…es que la melodía se compone de tres elementos: letra, armonía y ritmo.” (13)
2.1.2.4.1- Letra: las letras de las melodías para “la ciudad” se regirá por los “cánones” expuestos para los relatos. Y se decide eliminar de ellas las quejas y lamentaciones por considerarlas negativas en la educación tanto del guardián como de cualquier otro integrante de la ciudad.
“…- Por lo que hace a la letra, cantada o no, debe componerse de acuerdo con las mismas normas que prescribimos antes.
- Es verdad –dijo. …
- Ahora bien, determinamos que había que eliminar de las palabras las quejas y lamentaciones.” (14)
2.1.2.4.2- Armonía: se suprimen las armonías lastimeras (lidia, mixta, lidia aguda y otras similares) y las de festines (jonia y lidia, llamadas laxas); que no son aptas para la educación por no llevar al hombre hacia la virtud.
En cambio, son propicias para la educación aquellas que dan un sentido de piedad a los dioses, y que disponen para la enseñanza y los consejos de los hombres, y aquella que combate el orgullo y permite que el hombre se disponga con moderación y prudencia para los acontecimientos. Estas armonías son la doria y la frigia.
“- ¿Y cuáles son las armonías lastimeras? …
- La lidia mixta –respondió-, la lidia aguda y algunas otras similares.
- ¿Habrá pues que suprimirlas? –pregunté-. No me parecen apropiadas para las mujeres, que deben ser discretas, y mucho menos para los hombres.
- Sin duda.” (15)
“- ¿Y cuáles son las armonías muelles y propia de los festines?
- La jonia y la lidia –contestó- que suele llamarse laxas.
- ¿Y crees tú, amigo mío, que convengan a los guerreros?
- De ningún modo –contestó-. Y ya no quedan sino la doria y la frigia.
- Yo no entiendo de armonías –proseguí-, pero déjanos aquella que imite convenientemente el tono y el acento de un hombre valeroso, comprometido en una acción de guerra o en cualquier otro esfuerzo denodado, y que cuando es herido, o se ve expuesto a morir, o es víctima de algún accidente desdichado, se enfrenta en toda circunstancia con su suerte sin desconcierto y con entereza. Y déjanos otra armonía para imitar el tono y los acentos del hombre que emprende una acción pacífica y por completo voluntaria, que trata de convencer o suplicar a los dioses con preces y a los demás hombres con enseñanzas y consejos. O que se muestra sensible a los ruegos, a las lecciones o a los consejos de sus semejantes, logrando alcanzar la realización de sus deseos sin enorgullecerse jamás, adaptándose a las circunstancias y conduciéndose con moderación y prudencia.” (16)
2.1.2.4.2.1- Instrumentos musicales
Instrumentos de pocas cuerdas, sin necesidad de que produzcan todas las armonías, pues sólo algunos sirven a la ciudad. Son ellos: la cítara, la lira y una especie de siringa.
“…para nuestros cantos y melodías no tendremos necesidad de instrumentos de muchas cuerdas ni que produzcan todas las armonías. …
- No quedan, pues –afirmé- sino la cítara y la lira para la ciudad, y en el campo una especie de siringa para los pastores.” (17)
2.1.2.4.3- Ritmo
Siguiendo el criterio anterior, se buscan los ritmos que ayuden a mostrar la vida de un hombre virtuoso.
“Después de las armonías, hablemos de los ritmos. No para buscar ritmos variados ni de toda clase de pies, sino para determinar cuáles son los que mejor expresan la vida de un hombre ordenado y valeroso…” (18)
2.1.2.5- Objeto y forma de la música
Tiene como objeto formar el alma en el amor a la belleza y su forma debe tender a mostrar un hombre virtuoso.
“…la música ha de tener como objeto el amor a la belleza” (19)
“…ajustar la medida y la melodía al lenguaje de tal hombre (hombre ordenado y valeroso), y no sus palabras a la medida y la melodía.” (20)
2.1.2.6- Educación gimnástica
Debe estar dada desde la niñez y durante toda la vida. El guardián constará de un régimen que le permitirá adquirir resistencia al frío y al calor, salud, etc y estar siempre dispuesto para su labor.
“…la educación gimnástica ha de formar a los jóvenes.
- Sin duda.
- Es necesario pues, que desde la infancia y durante el curso de su vida sean educados cuidadosamente por ella.” (21)
“Es necesario –proseguí- un régimen más sutil para los atletas guerreros (que para los atletas simples) que, como los perros, deben estar siempre alerta y tener la vista y el oído lo más aguzados posibles y mantener su salud inalterable…” (22)
2.2- Enseñanza superior
2.2.1- Su significado
La enseñanza superior está referida a la formación del filósofo que será la clase dirigente o futuro gobernante de la ciudad. Para ello propone estudiar, en una primera etapa: cálculo, la ciencia de los números, astronomía y geometría.
“Si descubres, para los destinados a mandar, una condición de vida mejor que la de gobernantes podrás descubrir también una ciudad bien gobernada, …
- Pues bien –continué-, ¿conoces tú otra condición de vida, excepción hecha de la del verdadero filósofo, que desdeñe los cargos públicos? …
- Además, conviene que lleguen al gobierno los que no lo desean; de no ser así, la rivalidad suscitará querellas entre los pretendientes.” (23)
2.2.2- Objetivo
Formar al filósofo. A aquel que llegue “al mundo de las ideas”.
“Recuerdas –proseguí- al hombre liberado de sus cadenas que deja las sombras y se vuelve hacia las figuras artificiales y hacia la claridad que las proyecta, y luego asciende de la caverna hasta la luz del Sol, y aun es incapaz de fijar allí directamente los ojos en los animales, las plantas y el Sol mismo sino tan solo en sus imágenes divinas reflejadas en las aguas, en las sombras de esos objetos reales, pero no ya en las sombras de los objetos artificiales proyectadas por aquella otra luz que antes tomaba por la del Sol y que es únicamente su imagen.” (24)
2.2.3- Educando
Será aquel que haya demostrado firmeza, valentía y aptitudes naturales para el estudio, u la dialéctica.
“- Pues bien –proseguí-, ten en cuenta que es todos los demás aspectos habremos de elegir hombres del mismo temple. Debemos preferir a los más firmes y valientes y, en cuanto sea posible, a los más hermosos. Además es necesario buscar no sólo caracteres nobles y fuertes, sino también con aptitudes naturales para la educación que queremos darles. …
- Deben tener, amigo mío, sagacidad para los estudios y facilidad para aprender.” (25)
2.2.4- Método de enseñanza
Se tomará como método propio el dialéctico.
“- Pues bien –proseguí- el método dialéctico es el único que, dejando de lado las hipótesis, se remonta hasta el principio mismo para consolidar sus conclusiones…” (26)
2.2.5- Selección del estudiante
Atiende en este caso a la selección del educando que será dedicado al estudio de la dialéctica. La segunda selección se hará a los 30 años luego de observar las disposiciones que poseen para la dialéctica, el estudio y los trabajos de guerra, entre aquellos que ay han sido seleccionados para el estudio superior.
“Es menester, por lo tanto, que prestes la mayor atención a todo ello –proseguí- y una vez que hayas observado quienes tienen mejores disposiciones para la dialéctica y demuestran constancia y firmeza en el estudio de las demás enseñanzas, en los trabajos de guerra y en los diversos ejercicios prescriptos por la ley, cuando lleguen a los 30 años los separes de los jóvenes ya seleccionados para concederles mayores honores, y distingas, probándolos para la dialéctica, cuales podrán elevarse, sin el concurso de la vista y de los demás sentidos, y por la sola fuerza de la verdad, hasta el conocimiento del ser en sí.” (27)
2.2.6- El empleo de la dialéctica
Para manejar la dialéctica se requiere madurez para no desacreditarse a sí mismo ni a la filosofía.
“- En cambio, un hombre de edad más madura no incurrirá en semejante manía y tratará de imitar a los que discuten para descubrir la verdad y no por el placer de divertirse llevando la contra. El mismo habrá de mostrarse más medido y hará respetar la profesión del filósofo, en vez de exponerla al desprecio.” (28)
2.2.7- Planteo teórico-práctico de la formación del gobernante
Tendrá una dedicación de 5 años a la filosofía y luego ocupará cargos en la ciudad que le permitan adquirir experiencia y será observado durante 15 años.
“- Poco importa –repliqué-; pongamos cinco. Después de lo cual los harás descender de nuevo a la caverna y los obligarás a ocuparse de los asuntos de la guerra y a llenar cuantas funciones haya que sean propias de la juventud, para que tampoco en materia de experiencia queden a la zaga de los demás. Y en todas estas pruebas a que habrás de someterlos observarás si se mantienen firmes, a pesar de ser llamados y atraídos de todos lados, o si se dejan arrastrar.
- ¿Y cuánto tiempo piensas que deben durar estas pruebas? –preguntó-.
- Quince años –respondí-.” (29)
2.2.8- Educación de la mujer
En cuanto a la educación de la mujer propone darle las mismas posibilidades que al hombre y la incluye no sólo en la educación elemental, sino que le está permitido llegar a ser gobernante.
“- ¡Sócrates –exclamó-, los gobernantes cuya imagen acabas de esculpir son de una belleza perfecta!
- Y también las gobernantas, Glaucón –agregué-. No creas que me he referido solamente a los hombres, pues lo dicho incluye a las mujeres que la naturaleza haya dotado de las aptitudes apropiadas.” (30)
Oscar Angel Naef

Notas:
(1)  República. Libro II.XIX-381-a y b.
(2)  Ibid. Libro II.XVII.377.c.
(3)  Ibid. Libro II. XVII.377.a.
(4)  Ibid. Libro II.XVII.377.d.
(5)  Ibid. Libro II.XVII.377.c.
(6)  Ibid. Libro III.VII.394. c.
(7)  Ibid. Libro III.VII.394. e.
(8)  Ibid. Libro III.VIII.395.c.
(9)  Ibid. Libro III.VIII.395.c.
(10) Ibid. Libro III.VIII.396.c.
(11)  Ibid. Libro III.VIII.396.c y d.
(12)  Ibid. Libro III.IX.397.c y d.
(13)  Ibid. Libro III.X.398.c.
(14)  Ibid. Libro III.X.398.d.
(15)  Ibid. Libro III.X.398.e.
(16)  Ibid. Libro III.X.398.e. y 399.a, b, c.
(17)  Ibid. Libro III.X.399.c y d.
(18)  Ibid. Libro III.XI.399.e.
(19)  Ibid. Libro III.XII. 403.c
(20) Ibid. Libro III.XII.399. e.
(21)  Ibid. Libro III.XII. 403.c-d.
(22)  Ibid. Libro III. XIII. 404.a.
(23)  Ibid. Libro VII.V.520.e y 521.a-b.
(24)  Ibid. Libro VII.XIII.532.b-c.
(25)  Ibid. Libro VII.XV.535.a-b. 
(26) Ibid. Libro VII.XIV.533. d.
(27) Ibid. Libro VII.XIV.537. d.
(28)  Ibid. Libro VII.XVIII.539.e.
(29)  Ibid. Libro VII.XVIII.539.d. y 540.a.
(30)  Ibid. Libro VII.XVIII.540.c.