Podríamos decir que esa trayectoria vital del joven y de la familia está cargada de motivaciones muy valiosas que se convierte en el material que impulsa el itinerario de la nueva etapa educativa. Aunque no podemos dejar de reconocer que también allí encontramos cierta debilidad que, según nuestra experiencia, hace que consideremos a nuestro estudiante de primer año como población vulnerable.
El estudio sobre los casos en la última década nos indica que los desafíos superan en mucho aquellas expectativas logradas en el contexto de origen que en un número no menor de casos merece un ajuste a la realidad. Simplemente enumerar los puntos más importantes que habitualmente merecen un ajuste nos permiten tomar conciencia de la vulnerabilidad del estudiante en el inicio del itinerario: frecuentes deficiencias en la elección de la carrera, asimetría escolar en el tránsito de un nivel educativo a otro, carencia de metodología de estudio apropiada, formación religiosa y espiritual deficiente.
Esto nos lleva a una pregunta: ¿puede el joven ensayar una respuesta que articule todas las dimensiones exigidas en el despliegue personal de la vida intelectual universitaria procurando la excelencia que soñó conquistar cuando se propuso venir a Buenos Aires?
Hace pocas semanas eran reporteados en un medio gráfico del interior del país dos estudiantes de primer año de la Universidad Di Tella que integran la comunidad de la Residencia Universitaria San José, Franco y Nehuén. Allí nuestros residentes nos dan una pista para iniciar una respuesta.
Decían: “…convencidos de que la carrera que debíamos elegir necesitaba brindarnos las herramientas necesarias para ser grandes profesionales y que, para ello debíamos instalarnos en Buenos Aires donde se encuentran las mejores universidades del país en cuanto a prestigio, contactos y exigencia”
En pocas palabras dejan en evidencia las aspiraciones que los motivan para desarrollar una estrategia que les permita crear el espacio académico apto para incidir decididamente en el rendimiento. Dicho espacio se compone de dos ámbitos: el escolar y el domicilio particular en la nueva ciudad. Esto es, la unidad académica para la titulación y el lugar que será “mi casa en Buenos Aires”. Ambos espacios entendidos como “lugar” dónde empeñarse para sortear las exigencias de orden académico.
La Residencia Universitaria como espacio académico católico
Tal como sucede con los residentes que fueron entrevistados y que mencionamos anteriormente, sucede también con las demás experiencias de quienes postulan el ingreso a la Residencia Universitaria San José.
Apoyada en su tradición, la Residencia, propone al ingresante una experiencia de vida comunitaria católica centrada en el desarrollo del proyecto vocacional personal entendido como llamado del Señor en una profesión universitaria.
“A su vez, (dicen los entrevistados), ir a una residencia de estudio como lo es la Residencia San José, la cual está a cargo de un sacerdote de Gualeguaychú, nos simplificó mucho las cosas, pudimos conocer a muchos otros chicos que estaban atravesando el mismo proceso que nosotros o lo habían hecho en un pasado, por lo que nos brindaron algunos consejos. Cabe destacar el acompañamiento que te brinda la Residencia es muy bueno, en el ámbito académico nos ayudó a formular una estrategia en base al futuro y centrarnos en el estudio y obtener buenas calificaciones.”
Esto significa que nuestro objetivo de acompañar los procesos vocacionales para que cada residente le responda a Dios con su vida en el llamado a una profesión universitaria complementa los desafíos que vienen del sistema de escolarización. No es suficiente incorporar información científica, desarrollar habilidades técnicas o cubrir necesidades de integración en el espacio laboral, sino que quienes marcan su vida con una conciencia recta buscan dar una respuesta que involucre de modo integral la totalidad de la existencia.
El acompañamiento pedagógico y espiritual en la Residencia
La experiencia de las últimas décadas nos pone como punto de partida el desafío institucional de acompañar el proceso de la vida intelectual para superar la asimetría entre las exigencias del nivel superior universitario y las deficiencias de los logros alcanzados en el nivel medio de escolarización. En este proceso mantenemos anualmente un curso de introducción a la metodología y organización del estudio y un espacio de tutoría personalizado.
Sin embargo, este primer momento integra también otros aspectos propios de la nueva etapa de vida del joven universitario que se traslada del interior del país a Buenos Aires. Podemos asegurar que está marcado por una serie de desafíos como: consolidar la elección de la carrera, nivelar los contenidos mínimos exigidos por el nuevo nivel educativo, superar el desarraigo e integrarse a una comunidad de estudiantes con quienes comparte la fe con todo lo que ello significa.
Un segundo momento del acompañamiento está orientado a potenciar y fortalecer tanto los procesos educativos como los vocacionales, lo cual conlleva generar una estrategia y toma de decisiones que afectan la calidad del rendimiento y la consolidación de un área específica de concreción del futuro profesional con las exigencias éticas propias del compromiso cristiano.
La última etapa del proceso de acompañamiento educativo y espiritual se vincula especialmente a los contextos del proceso vocacional que viene desarrollando el estudiante. Es un momento donde surge la necesidad de tender puentes articulando coherentemente los elementos constitutivos del proyecto de vida. El estudiante reafirma su vocación como respuesta a un llamado a de Dios que marca un itinerario de vida intelectual y compromiso profesional dentro de la vida ciudadana. Asesorarlo en dicha búsqueda implica orientar en el discernimiento que le permita vencer obstáculos complejos: en primer lugar, aquello que el sistema escolar le planea como éxito académico traducido en calificaciones y que no aseguran como resultado una inmediata inserción laboral; y, en segundo lugar, los desafíos de emprender una nueva etapa de la vida donde la “arquitectura vital” que provee el sistema escolar deja de estar presente.
Decían en el reportaje nuestros residentes: “… buscamos alinear una estrategia educativa que nos permitiese formarnos como personas y poder potenciar nuestras habilidades, para en un futuro poder alcanzar los objetivos que nos propongamos”
Y agregaban: “…hubo una diferencia muy grande al pasar de un colegio secundario a una de las universidades más prestigiosas del país”
El futuro de la Residencia como sistemas de educación no formal católico
Conviene recordar que la Residencia como experiencia de comunidad educativa católica es una realidad con historia cuyas primeras aproximaciones y posterior consolidación se las debemos a su fundador Monseñor Angel José Maglico que visionariamente encausó una preocupación pastoral del Arzobispo de la época Monseñor Lafitte.
Desde sus inicios hubo una preocupación por los estudiantes que venían del interior de Argentina a instalarse en Ciudad de Buenos Aires para desarrollar una carrera universitaria. Y especialmente se daba la preocupación de acompañar el camino de identificación de esa red de aprendizajes que permitiera aprovechar todas las oportunidades disponibles para adquirir las habilidades propias de la vida intelectual católica necesarias para la vida diaria y profesional.
En simultaneo con la propuesta escolar, hoy como ayer, sigue siendo eficaz este espacio de educación no formal que acompaña el proceso vocacional estableciendo un nuevo paradigma de educación integral personalizado más vigente que nunca ante las evidentes deficiencias del sistema de escolarización actual.
Pbro Oscar Angel Naef
Nota: Reportaje a Franco y Nehuén
https://www.eldiaonline.com/estudiantes-gualeguaychu-ven-la-universidad-como-un-proyecto-vida-n1015220