En un posteo anterior sobre la Pastoral universitaria afirmaba que:
Nos ocuparemos ahora de esa tarea que la Pastoral universitaria tiene, de acompañar los procesos personales en torno a la vocación profesional (1), especialmente en el trayecto que acontece desde la elección de la carrera hasta la inserción en el mundo del trabajo o ejercicio profesional.
Iniciar ese camino vocacional es un desafío que compromete toda la persona y que exige desarrollar integralmente la propia existencia. En este sentido la primera constatación es que no todos los universitarios están en el mismo punto de partida. La segunda constatación es que no hay dos procesos iguales.
Acompañar hacia la madurez
Una pregunta ineludible surge al iniciar este recorrido: ¿es suficiente con entender y asumir la vida como respuesta vocacional para alcanzar la madurez? Las ciencias de la educación y la praxis pastoral nos dicen que no. Sólo es posible que el joven se incorpore (2) y camine sobre terreno firme si se consolidan habilidades personales para orientarse, se identifican objetivos hacia los cuales dirigirse, se aprende a renovar las motivaciones desde lo existencial y se conquistan competencias académicas para la futura vida profesional.
El diseño de un camino para convertir la vida en una respuesta vocacional concreta (3) implica: reflexión, planeamiento, organización, proyecto de vida. Y esto requiere indefectiblemente tiempo de maduración que se expresa un proceso y procesos dentro de ese mismo proceso.
Involucrarse (4) en el proceso bajo el rol de acompañante espiritual implica vivir en los tiempos existenciales de quien, con rectitud de intención, acepta configurar un proyecto, una trayectoria a recorrer por el camino seguro de un discernimiento que individualiza los espacios a trabajar, los talentos a hacer fructificar y los valores a sostener.
Acompañar el autogobierno de los procesos
Resulta difícil y si no imposible describir y establecer modelos que reflejen el modo en que surge la posibilidad de encontrar el lugar, los momentos y contextos que permiten asumir el rol de acompañante espiritual y aún más complejo los medios para resolver la dinámica del desempeño. Aunque resulta claro que el acompañamiento debe llegar a los medios concretos mediante los cuales la persona despliega su vocación en la cual realiza su camino de santidad.
De la experiencia y los complejos factores científicamente objetivables delineamos los campos en los cuales se ve necesario una acción concreta: área cognitiva, área socio-afectiva, área espiritual, área del desarrollo de talentos personales (proyección sobre el propio futuro, e inserción profesional).
El enfoque con el cual abordar la intervención está vinculado con el discernimiento y evaluación de la situación de un modo riguroso, ejercer un rol consultivo en los factores no observables que hacen a la identidad que se está enriqueciendo, gestar motivacionalmente líneas de trabajo, objetivos a desarrollar y normas organizacionales que garanticen el rigor y objetividad de la tarea.
Consolidar la respuesta vocacional como realización de la vida personal
El desarrollo de la vocación del joven en la etapa de la educación superior se encuentra anclada entre la historia personal vivenciada como pasado y el futuro inmediato concretizado en las exigencias escolares.
El proceso de maduración, al cual hemos hecho referencia, se centra en una trayectoria vital donde el futuro que se percibe bajo aspectos escolares (normativos e instrumentales en función de un futuro desempeño profesional) deja de ser el eje condicionante, para dar lugar a un proceso cargado de conciencia de sí mismo a la luz de la fe, que ilumina la conciencia, fortifica la voluntad, reorienta la dimensión psico-afectiva, todo ello en función de una respuesta a la vocación recibida que será realización personal, proyecto de vida y santificación personal.
Aquellos elementos escolares (normativos e instrumentales) son releídos bajo un nuevo sentido de la vida que lleva a una nueva organización del presente y una reorientación de los esfuerzos, tanto en el ámbito de lo propiamente académico como en el resto de las dimensiones, pero especialmente en el orden espiritual.
La percepción objetiva de lo que se quiere ser, hacer y vivir da un sentido nuevo a las experiencias vitales. Esa madurez se traduce en interese, valores, motivaciones y nuevos potenciales a ser desplegados. Será vital, entonces, el acompañamiento para desarrollar una verdadera capacidad para formalizar un plan estratégico centrado en el discernir la voluntad de Dios e implementarla (5).
Pbro Oscar Angel Naef
Notas:
(1) Cfr. Papa Francisco. Gaudete et exsultate. n° 14 “Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra”.
(2) Cfr. Papa Francisco. Christus vivit. n° 20. “Si has perdido el vigor interior, los sueños, el entusiasmo, la esperanza y la generosidad, ante ti se presenta Jesús como se presentó ante el hijo muerto de la viuda, y con toda su potencia de Resucitado el Señor te exhorta: «Joven, a ti te digo, ¡levántate!» (Lc 7,14)”.
(3) Cfr. Benedicto XVI. Discurso dirigió a profesores universitarios participantes en la JMJ 2011. “…el camino hacia la verdad completa compromete también al ser humano por entero: es un camino de la inteligencia y del amor, de la razón y de la fe”.
(4) Cfr. Evangelii gaudium. n° 272: “…cuando vivimos la mística de acercarnos a los demás y de buscar su bien, ampliamos nuestro interior para recibir los más hermosos regalos del Señor”.
(5) Congregación para el clero. El sacerdote confesor y director espiritual, ministro de la misericordia divina. N° 72; 79; y, 82.