Resumen
Este artículo analiza la génesis, estructura y consecuencias del paradigma moral progresista surgido en ciertos ambientes teológicos tras el Concilio Vaticano II. A partir del magisterio de Benedicto XVI, Juan Pablo II y la tradición teológica, se examina cómo este paradigma—caracterizado por el rechazo de la tradición moral y el predominio del inmanentismo—ha generado una distorsión profunda de la moral católica. Se integran además aportes del reciente magisterio de León XIV, especialmente su advertencia sobre el creciente vacío cultural contemporáneo y la necesidad de custodiar la coherencia doctrinal en la mediación cultural de la fe. El estudio muestra que este marco progresista desemboca en un nihilismo práctico incompatible con la antropología cristiana, afectando incluso la vida eclesial.
1. Introducción: la preocupación magisterial por la identidad moral
El Magisterio del siglo XX y XXI converge en una misma inquietud: la pérdida de referencia a la enseñanza moral tradicional. Benedicto XVI diagnostica este fenómeno como una crisis hermenéutica postconciliar, especialmente visible en la teología moral.
A esta preocupación se suma el reciente magisterio de León XIV, quien recuerda que la misión académica de la Iglesia exige una “mediación cultural de la fe” que tenga como fuente primaria y perenne a Jesucristo. Su advertencia —pronunciada en la Universidad Lateranense— señala la necesidad de custodiar la identidad doctrinal precisamente ante contextos culturales cambiantes que pueden desfigurar la moral cristiana.
Esta introducción marca el problema central del artículo: la sustitución del marco moral católico por un paradigma progresista de raíz inmanentista.
2. La ruptura moral postconciliar: diagnóstico de los pontífices
2.1. Benedicto XVI: el vaciamiento de la objetividad moral
Benedicto XVI denuncia la emergencia de una moral teleológica subjetivista donde desaparecen bienes y males absolutos, produciendo un colapso de la objetividad moral. Como él resume, bajo estos enfoques “ya no podía haber nada que constituyera un bien absoluto… solo juicios de valor relativos”.
Este análisis describe una quiebra del objeto moral, desplazado hacia un fin subjetivo que legitima la acción independientemente de su naturaleza.
2.2. León XIV: el riesgo de un vacío cultural
León XIV complementa este diagnóstico al advertir que hoy se corre el riesgo de un “vacío cultural que, en nuestra época, se extiende cada vez más”, capaz de erosionar la inteligibilidad de la fe y de su propuesta moral.
La respuesta, según el Papa, es una teología que ilumine el depósito de la fe, mostrando su “belleza y credibilidad” como propuesta plenamente humana. Este principio impide separar la moralidad del marco objetivo querido por la tradición.
3. La estructura del paradigma moral progresista
El paradigma progresista se caracteriza por dos rupturas fundamentales:
3.1. Rechazo de la Tradición como fuente normativa
3.2. El principio de inmanencia como hermenéutica dominante
Este principio desliga la acción de toda referencia a un orden objetivo (natural o revelado), reduciendo el objeto moral a construcciones subjetivas y contextuales. Juan Pablo II denunciaba precisamente esta desvinculación entre libertad y verdad en Veritatis splendor.
León XIV, en sintonía con esta crítica, exige que la filosofía se oriente a la búsqueda de la verdad en diálogo con la Revelación, y pone en guardia ante nuevas racionalidades —transhumanismo, posthumanismo— que pretenden redefinir la naturaleza humana sin criterio externo.
4. De la discontinuidad doctrinal al subjetivismo moral
Esta discontinuidad produce:
- una libertad desvinculada de su orden hacia el bien,
- la dilución de la responsabilidad moral,
- la sustitución de criterios objetivos por preferencias subjetivas,
- y en la práctica eclesial, una tendencia a la banalización o rigidez, fenómeno que León XIV identifica cuando advierte el riesgo de “simplificar cuestiones complejas” y caer en “banalidad” por evitar el rigor del pensamiento.
Así, la moral termina sometida al clima cultural, sea este individualista, pragmático o ideológico.
5. Consecuencias: el nihilismo práctico
La lógica interna del paradigma progresista conduce a un nihilismo práctico: los actos no se fundamentan en la naturaleza ni se orientan a la perfección moral o a la salvación. El sujeto actúa en un vacío normativo que él mismo construye.
Frente a esto, la tradición católica —representada por Tomás de Aquino, Pinckaers y la teología moral clásica— enseña que la libertad tiene un contenido intrínseco y se ordena a la plenitud del ser.
León XIV articula la alternativa positiva a este nihilismo: formar personas capaces de “construir un mundo nuevo, solidario y fraterno”, orientadas al bien común, lo cual presupone una antropología enraizada en la verdad de la creación y de la redención.
La reflexión teológica, entonces, es un servicio al Pueblo de Dios: evita que la fe sea manipulada por paradigmas culturales y preserva la integridad moral de la Iglesia.
6. Conclusión: la fidelidad como camino de renovación moral
- la tradición como fuente viva,
- la objetividad del bien moral,
- la libertad ordenada,
- y la centralidad de Cristo como garantía de la verdad.
León XIV exhorta a “soñar en grande” para que la fe ilumine el futuro de la Iglesia. Tal sueño solo es posible si se restaura una moral fundada en la verdad, contra toda forma de fraude doctrinal que desfigure la fe del Pueblo de Dios.
Bibliografía
- Benedicto XVI. La Iglesia y los abusos sexuales.
- Caturelli, A. La Pascendi: Una Encíclica profética.
- Gordillo, L. La trayectoria voluntarista de la libertad: Escoto, Descartes y Mill.
- Juan Pablo II. Veritatis splendor.
- León XIV. Discurso a la Universidad Lateranense. Roma, 14 noviembre 2025.
- Lortz, J. Historia de la Iglesia. Trad. A. P. Sánchez Pascual. Madrid: Guadarrama, 1962.
- Pinckaers, S. Las fuentes de la moral cristiana.
- Rhonheimer, M. Autonomía y teonomía moral según la Encíclica Veritatis splendor.
- Tomás de Aquino. Summa Theologiae.
- Autor: Pro. Oscar Ángel Naef
