sábado, 20 de diciembre de 2025

Homilía - II Domingo de Adviento 2025

Estimados todos en el Señor:

Nos convoca hoy un texto profundamente provocador del Evangelio según san Mateo (3,1-12), donde resplandece con fuerza la figura de Juan el Bautista, el precursor del Mesías. Su presencia en el desierto y su predicación directa y radical ofrecen un mensaje de plena vigencia para nuestro tiempo, especialmente en este segundo domingo de Adviento, cuando la Iglesia nos invita a preparar el corazón para recibir a Cristo. Será, entonces, la figura del precursor y sus palabras las que orienten nuestro camino en esta reflexión.

1. Juan, la voz en el desierto que despierta el corazón

El Evangelio presenta a Juan como la voz que clama en el desierto”. Su llamado fundamental es claro:
Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca.”

No es una exhortación superficial. Juan habla de metanoia: un cambio profundo de mentalidad, de corazón y de estilo de vida. El Bautista denuncia una fe vivida por costumbre y reclama un compromiso auténtico. No bastaba entonces —ni basta hoy— con una pertenencia religiosa meramente externa, como decir: Somos hijos de Abraham”. Lo esencial es producir frutos dignos de conversión”, es decir, signos concretos de una vida renovada.

2. La conversión permanente: un camino de toda la vida

La conversión cristiana no se reduce a un momento emocional ni a un acto puntual. Es un proceso continuo, un camino que dura toda la vida y por el cual el creyente se va configurando con Cristo. San Pablo expresa este ideal con palabras inolvidables:
Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Gál 2,20).

Este horizonte nos recuerda que la fe no es solo devoción, rito o sentimiento, sino una transformación interior que abarca nuestras decisiones, relaciones y proyectos. Convertirse significa permitir que Cristo tome forma en nosotros, hasta que nuestra vida llegue a ser un reflejo creíble de la suya.

3. El bautismo que purifica y transforma

Mateo distingue entre el bautismo de agua que Juan ofrece y el bautismo en Espíritu Santo y fuego que solo Jesús puede dar.
El agua simboliza la limpieza externa; el fuego del Espíritu, la purificación interior, el discernimiento entre lo auténtico y lo falso, y la fuerza renovadora que Dios comunica.

Esta distinción nos conduce a un mensaje clave: no basta la apariencia religiosa. Juan denuncia la hipocresía espiritual y reclama autenticidad. La fe cristiana verdadera se traduce siempre en obras concretas: gestos de reconciliación, justicia, solidaridad, perdón y paz. El Espíritu Santo quiere encender en nosotros un fuego que purifique y renueve.

4. El Adviento: tiempo privilegiado de revisión interior

El Adviento, lejos de ser solo una preparación festiva para la Navidad, es un tiempo litúrgico de conversión, destinado a revisar con seriedad nuestra relación con Dios. Este período nos invita a:

  • profundizar en la oración,
  • sanar vínculos y reconciliarnos,
  • dejar que Dios reoriente nuestra vida,
  • abrir espacios reales para que Cristo nazca en nuestro interior.

El corazón es el verdadero pesebre que se prepara durante el Adviento. Allí es donde Cristo desea habitar y traer su paz.

5. El Reino está cerca: una invitación a la novedad

Juan Bautista anuncia que el Reino de Dios está cerca. Y esta cercanía no es un simple dato teológico: es una exigencia vital.
Cuando el Reino se aproxima, se nos invita a:

  • dejar lo viejo,
  • abandonar la indiferencia,
  • desprendernos de la violencia interior,
  • abrirnos a la novedad de Dios.

La venida de Jesús trae consigo la verdadera prueba: revela lo que somos y nos ofrece la posibilidad de vivir transformados por su Espíritu. Él no viene a condenar, sino a renovar; no viene a apagar nuestra vida, sino a encenderla con su paz.

Conclusión

Estimados todos, el mensaje de Mateo 3,1-12 resuena con especial fuerza en este tiempo de Adviento. Juan el Bautista nos llama a una conversión auténtica, a un cambio profundo que prepare nuestro interior para la llegada del Señor. Dejemos que este tiempo sagrado nos despierte, nos purifique y nos abra a la novedad de Cristo.

Que, al llegar la Navidad, podamos decir con verdad y alegría:
Señor Jesús, te he preparado un lugar. Ven a nacer en mi vida y hazla nueva.”

Homilía de la Misa en Acción de Gracias al finalizar el año académico en la Residencia Universitaria San José

Estimados todos en el Señor:

Al concluir este año académico, nos reunimos para elevar una acción de gracias sincera y profunda al Señor. Lo hacemos a la luz del Evangelio proclamado hoy, tomado de Mateo 9, 27-31, que nos presenta a Jesús devolviendo la vista a dos ciegos. Este pasaje nos recuerda que la fe es esencial para ver a Jesús, para reconocernos sostenidos por su gracia y para descubrir, más allá de lo visible, la presencia amorosa del Reino.

Jesús no solo cura la ceguera física; Él pide una fe capaz de iluminar el corazón. Nos invita a abrir los ojos del alma para mirar con esa luz interior que permite interpretar la vida desde la providencia, releer nuestra propia historia y descubrir cómo Dios, día a día, nos ha llevado por caminos de crecimiento, de salvación y de esperanza.

Desde esta perspectiva creyente, dar gracias brota naturalmente: quien reconoce la obra de Dios en su vida no puede sino responder con amor.

Dar gracias a Dios es reconocer su bondad al darnos la gracia; es cooperar con ella para caminar hacia la santidad; es dejar que la gratitud transforme nuestro corazón. Su expresión más plena es la Eucaristía, el gran acto de acción de gracias en el que toda la vida se ofrece y se renueva.

Hoy, al cerrar un nuevo año, queremos agradecer al Señor por todo lo vivido: por lo bueno que nos alegró y fortaleció, y también por lo difícil, que puso a prueba nuestra fe y nos ayudó a madurar. Agradecer implica también purificar el corazón, liberarlo de rencores, resentimientos y temores, para abrirnos a los dones que el Señor desea seguir regalándonos.

Esta mirada agradecida nos invita a ver la vida como una peregrinación, donde la fe es el verdadero tesoro. Con fe, incluso lo pequeño se vuelve significativo; incluso lo arduo puede convertirse en gracia; incluso lo cotidiano se transforma en camino de encuentro con Dios.

En esta acción de gracias, no podemos dejar de contemplar la vida que se ha tejido en nuestra Residencia Universitaria San José. Esta casa es una comunidad educativa católica que acompaña al joven universitario en su búsqueda personal y vocacional. Aquí se integran el crecimiento intelectual, humano y espiritual; aquí se forjan amistades, valores y convicciones; aquí se proyectan profesionales y ciudadanos comprometidos con el bien común, con la justicia, con la solidaridad y con el testimonio cristiano en la sociedad.

Por todo esto, Señor, gracias:

Gracias por cada estudiante que ha formado parte de esta comunidad.

Gracias por sus esfuerzos, sus logros, sus búsquedas y sus sueños.

Gracias por los momentos compartidos, por el compañerismo y por el aprendizaje mutuo.

Gracias por los formadores, el personal de la Residencia y todas las personas que, con dedicación generosa, acompañan este camino.

Que al terminar este año podamos decir, con verdad y con humildad, que hemos visto tu mano en todo, que tu gracia nos ha sostenido y que tu llamada nos invita a seguir creciendo.

Y que María, Madre de Jesús y madre nuestra, nos enseñe a guardar en el corazón todo lo vivido, con una mirada de fe sencilla, profunda y agradecida.

Que el Señor nos conceda seguir caminando juntos, viendo con los ojos de la fe y construyendo, desde esta comunidad, un mundo más humano y más cristiano. Amén.

Misa pidiendo por la pronta glorificación de la Venerable Madre Eufrasia Iaconis. Homilía

2 de diciembre de 2025

El evangelio de Lucas 10, 21-24 revela la profunda alegría de Jesús al ver cómo el Padre se manifiesta a aquellos que se acercan a Él con un corazón humilde y sencillo.

 Así, la humildad se presenta como el camino para penetrar en el misterio divino, y nos invita a reconocer que la sabiduría humana, cuando se vuelve autosuficiente, puede convertirse en un obstáculo para recibir su gracia.

De alguna manera, la vida de la Venerable Madre Eufrasia Iaconis encarna esta enseñanza. Su existencia estuvo marcada por una apertura confiada a la acción de Dios. Su disponibilidad interior revela cómo vivió su vocación, sin aferrarse a prestigios ni seguridades humanas, basándose únicamente en su docilidad a la voluntad divina.

El evangelio subraya, además, que la otra clave para acoger esta revelación es la sencillez. No se trata de despreciarnos a nosotros mismos, sino de reconocer que la verdad de Dios supera nuestras capacidades humanas y debe ser recibida con gratitud. 

Esta fue precisamente la actitud de la Madre Eufrasia, quien, a pesar de asumir responsabilidades importantes, mantuvo un corazón libre de orgullo. Su servicio no emanaba del deseo de reconocimiento, sino del amor profundo a Dios.

Ser "pequeño", según Jesús, significa vivir con un corazón dispuesto y abierto. La vida de la Madre Eufrasia es un claro testimonio de esta actitud. Su sencillez no era fragilidad, sino una fortaleza que le permitía entregarse sin buscar honores ni reconocimiento. Ella dejó que Dios actuara en ella, confiando plenamente en que su misión no dependía de méritos personales, sino de la acción del Espíritu.

Confiados en que su docilidad le ha abierto una morada en la eternidad junto a la Inmaculada, le pedimos que interceda por nosotros ante Jesús, para que recibamos el don de la verdadera sabiduría y una docilidad plena a la gracia divina. Amén.

lunes, 24 de noviembre de 2025

La Residencia Universitaria San José como ámbito educativo para el desarrollo de habilidades blandas en la formación universitaria

Autor: Pbro. Oscar Angel Naef


Resumen

El presente artículo analiza el valor educativo de la Residencia Universitaria San José como ámbito formativo integral orientado al desarrollo de habilidades blandas en jóvenes estudiantes universitarios. A partir del marco conceptual sobre habilidades blandas —desde su origen militar en la década de 1970 hasta su integración en la educación superior— se examina cómo la propuesta educativa, comunitaria y espiritual de la Residencia favorece la adquisición de competencias transversales esenciales para la vida académica y profesional. Se sostiene que la articulación entre acompañamiento personal, vida comunitaria, formación espiritual y apoyo académico constituye un entorno pedagógico singular, capaz de promover de manera orgánica habilidades como la comunicación, la empatía, el trabajo en equipo, la adaptabilidad y el liderazgo. El artículo concluye que la Residencia Universitaria San José representa un modelo formativo pertinente y coherente con los desafíos actuales de la educación superior en materia de formación integral.

Palabras clave: residencia universitaria, habilidades blandas, competencias transversales, formación integral, educación superior, pastoral educativa.


1. Introducción

La creciente relevancia de las habilidades blandas en la educación superior ha sido ampliamente reconocida en la literatura académica, en parte debido a las nuevas demandas del mundo profesional, caracterizado por la incertidumbre, la innovación constante y la colaboración interdisciplinaria (Andrews & Higson, 2008; Robles, 2012). Sin embargo, integrar estas competencias al currículo universitario continúa siendo un desafío conceptual y pedagógico, debido a su carácter transversal, contextual y difícilmente estandarizable (Kuzminov, 2019; Lyu & Liu, 2021).

En este marco, las residencias universitarias con proyectos educativos explícitos adquieren un valor estratégico para complementar la formación académica tradicional. Este artículo analiza la Residencia Universitaria San José como un ámbito educativo integral que no solo acompaña el proceso de inserción universitaria, sino que potencia el desarrollo personal, comunitario y espiritual de los jóvenes. Se argumenta que la convivencia estructurada, la implicación personal en la vida comunitaria y la orientación integral que ofrece la Residencia generan condiciones propicias para la formación de habilidades blandas fundamentales para la vida universitaria y profesional.


2. Habilidades blandas: origen, evolución y desafíos en educación superior

El concepto de habilidades blandas (soft skills) surgió en un contexto inesperado: el ejército estadounidense en la década de 1970. Para describir competencias relacionadas con la supervisión de personal y la gestión humana, el Reglamento Conarc 350-100-1 definió estas habilidades en oposición a las habilidades duras, altamente estandarizables y técnicas (Conarc, 1972). Whitmore (1972) precisó esta distinción, señalando que las habilidades blandas son aquellas relevantes para la tarea, pero que implican escasa interacción con máquinas y mayor incertidumbre, por lo que resisten la formalización técnica.

A lo largo de los años 90, el concepto migró al ámbito empresarial y, posteriormente, a la educación superior, donde se integró en el discurso sobre competencias transversales (Heckman & Kautz, 2012). Actualmente, las habilidades blandas incluyen comunicación, trabajo en equipo, liderazgo, empatía, pensamiento crítico y adaptabilidad (Clarke, 2010). La literatura demuestra que los estudiantes necesitan ambientes de aprendizaje experiencial y colaborativo para desarrollarlas de manera efectiva (Jackson, 2016; Bridgstock, 2009).

A pesar de su relevancia, la educación superior enfrenta dificultades para conceptualizar, enseñar y evaluar estas habilidades. En este contexto, los espacios de vida compartida y acompañamiento personal surgen como alternativas complementarias capaces de integrar dimensiones humanas y relacionales que los programas curriculares no siempre logran abordar.


3. La Residencia Universitaria San José como ámbito formativo integral

La Residencia Universitaria San José, promovida por la Fundación Universitaria San José, se presenta como un espacio educativo orientado al desarrollo integral de jóvenes provenientes del interior del país o del extranjero. Su propósito es ofrecer un entorno de vida, estudio y fe que contribuya al crecimiento personal, académico y espiritual de los residentes, en coherencia con una visión cristiana de la persona y del mundo.

Ingresar a la Residencia implica asumir un compromiso con un programa educativo y pastoral que articula tres dimensiones esenciales:

  1. Formación académica y profesional:
    Apoyo al estudio, exigencia intelectual, desarrollo de hábitos rigurosos y acompañamiento vocacional.
  2. Formación humana y social:
    Vida comunitaria, convivencia fraterna, prácticas de solidaridad, diálogo y cooperación.
  3. Formación espiritual:
    Actividades pastorales, acompañamiento personal, liturgia y espacios de interioridad.

Esta triple dimensión permite comprender la Residencia como una institución educativa en sentido pleno, donde la vida cotidiana se convierte en un proceso formativo permanente.


4. Desarrollo de habilidades blandas en la Residencia Universitaria San José

La interacción entre las dimensiones formativas de la Residencia favorece un conjunto de habilidades blandas fundamentales para la inserción universitaria y profesional. A continuación, se analizan las competencias que emergen de cada ámbito formativo.

4.1. Vida comunitaria y convivencia: trabajo en equipo, empatía y comunicación

La vida comunitaria constituye el núcleo pedagógico de la Residencia. La participación activa en actividades comunes, la construcción de vínculos fraternos y la resolución cotidiana de conflictos generan un entorno ideal para el desarrollo de:

  • Trabajo en equipo: Los residentes aprenden a coordinar tareas, colaborar en proyectos y asumir responsabilidades compartidas.
  • Empatía y sensibilidad social: La convivencia con personas de diversas regiones y culturas estimula la comprensión mutua y la apertura al diálogo.
  • Comunicación interpersonal: La interacción diaria favorece habilidades de escucha activa, expresión clara y negociación.

Estas competencias coinciden con las habilidades blandas identificadas como prioritarias por los estudios contemporáneos (Robles, 2012), pero su desarrollo se da aquí de manera situacional y experiencial, no exclusivamente curricular.

4.2. Acompañamiento personal: autoconocimiento, gestión emocional y liderazgo

El acompañamiento integral —académico, humano y espiritual— permite que los residentes vivan procesos de discernimiento personal y vocacional. Este acompañamiento promueve habilidades como:

  • Autoconocimiento y autoestima: Los jóvenes fortalecen su identidad en un contexto de apoyo y reflexión.
  • Gestión emocional: El proceso de adaptación universitaria implica desafíos afectivos y organizativos que requieren resiliencia y autonomía.
  • Liderazgo y responsabilidad: La toma de decisiones en la vida comunitaria y la organización de actividades fomenta habilidades de liderazgo orientado al servicio.

Estas competencias resultan claves para el desarrollo profesional y social, coincidiendo con la literatura que vincula habilidades blandas con la eficacia laboral y la madurez personal (Bridgstock, 2009).

4.3. Formación espiritual: interioridad, sentido y coherencia ética

La dimensión espiritual constituye un elemento distintivo del proyecto formativo. La participación en instancias de oración, liturgia y acompañamiento pastoral promueve habilidades blandas frecuentemente subestimadas en la educación superior:

  • Reflexión profunda e interioridad: Favorece el pensamiento crítico y la toma de decisiones ponderadas.
  • Coherencia ética: La formación en valores facilita la actuación responsable y la sensibilidad hacia el bien común.
  • Orientación y sentido de vida: La integración entre fe, razón y vocación otorga dirección al proyecto personal.

Este enfoque coincide con perspectivas contemporáneas que subrayan la importancia de considerar la dimensión ética y existencial en la formación integral de competencias transversales (Kuzminov, 2019).


5. La Residencia como respuesta a los desafíos actuales de la educación superior

Las universidades enfrentan la dificultad de integrar habilidades blandas en los diseños curriculares debido a limitaciones estructurales y metodológicas (Jackson, 2016). La Residencia Universitaria San José, al constituirse como comunidad educativa católica, ofrece un espacio complementario que:

  • Integra las habilidades blandas en la vida cotidiana, evitando la fragmentación curricular.
  • Ofrece experiencias situadas de aprendizaje, esenciales para la adquisición auténtica de competencias transversales.
  • Articula acompañamiento personal y vida comunitaria, dos elementos poco presentes en los modelos tradicionales de educación superior.
  • Promueve una visión cristiana de la persona, donde el desarrollo intelectual se une al crecimiento ético y espiritual, generando profesionales comprometidos con el bien común.

En este sentido, la Residencia representa una alternativa pedagógica coherente con las tendencias internacionales que demandan ambientes educativos más humanos, colaborativos y orientados a la experiencia.


6. Conclusiones

La Residencia Universitaria San José constituye un espacio privilegiado para el desarrollo de habilidades blandas en el marco de la formación universitaria. Su propuesta integral —que articula dimensiones académicas, humanas, sociales y espirituales— configura un entorno formativo que supera la enseñanza tradicional de competencias transversales al incorporar la convivencia, la reflexión personal y el acompañamiento pastoral como ejes educativos.

La revisión del concepto de habilidades blandas desde su origen militar hasta su adopción en la educación superior permite dimensionar la relevancia de espacios no curriculares, como residencias con propósito educativo explícito, para su desarrollo. En un contexto social y universitario caracterizado por la complejidad y el cambio, la Residencia Universitaria San José se presenta como un modelo formativo capaz de armonizar excelencia académica, maduración personal y compromiso ético, contribuyendo a la formación de profesionales íntegros y ciudadanos orientados al servicio.


Referencias

Andrews, J., & Higson, H. (2008). Graduate employability, soft skillsversus hardbusiness knowledge: A European study. Higher Education in Europe, 33(4), 411–422.
Bridgstock, R. (2009). The graduate attributes weve overlooked: Enhancing graduate employability through career management skills. Higher Education Research & Development, 28(1), 31–44.
Clarke, M. (2010). Developing employability skills in the curriculum: A review of the literature. Education + Training, 52(2), 89–107.
Conarc. (1972). Proceedings: Soft Skills Conference. U.S. Army Training Command.
Heckman, J. J., & Kautz, T. (2012). Hard evidence on soft skills. Labour Economics, 19(4), 451–464.
Jackson, D. (2016). Re-conceptualising graduate employability: The importance of pre-professional identity. Higher Education Research & Development, 35(5), 925–939.
Kuzminov, A. (2019). Soft skills and the future of education: Conceptual challenges. Journal of Educational Change, 20(3), 321–339.
Lyu, M., & Liu, H. (2021). Soft skills: Conceptual developments and implications for higher education. International Journal of Educational Research, 109, 101823.
Robles, M. (2012). Executive perceptions of the top 10 soft skills needed in todays workplace. Business Communication Quarterly, 75(4), 453–465.
Whitmore, P. G. (1972). What are soft skills? In Conarc (Ed.), Proceedings: Soft Skills Conference (pp. II-1–II-13). U.S. Army Training Command.

Homilía en la solemnidad de Cristo Rey 2025

El Evangelio de Lucas, en su relato de la crucifixión de Jesús (Lucas 23, 35-43), nos invita a descubrir, a través del diálogo entre Jesús y los dos malhechores crucificados junto a Él, una perspectiva única sobre el misterio de la salvación.

En este escenario dramático, se nos muestra a un Salvador que, en el momento de su mayor humillación, en el lugar de la vergüenza pública y en el sufrimiento extremo de la cruz, revela el verdadero rostro de Dios. Un Dios que no se impone por la fuerza, sino que se entrega por amor. La cruz no es solo el fin de su vida, sino el acto culminante de su amor, donde el amor de Dios se ofrece sin reservas ni condiciones.

En las palabras de uno de los malhechores, rescatadas en este pasaje del Evangelio, se revela la verdadera naturaleza del reinado de Jesús: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.” Con estas palabras, Jesús es reconocido no solo como un hombre crucificado, sino como el Rey que tiene poder sobre todo, incluso sobre la muerte. Y desde su soberanía divina, Jesús responde: “Hoy estarás conmigo en el paraíso.”

Este no es el rey esperado por los judíos, ni el rey que se imaginaban. No es un rey político que viene a liberar a Israel de la opresión romana. Jesús es el Rey cuyo poder se manifiesta en el perdón que transforma, en la misericordia que redime, en la gracia que engendra hijos de Dios. Su reinado se sostiene en el cumplimiento de la promesa de la vida eterna.

El reino de Cristo no es un reino de poder y conquista, sino un reino de gracia, que se construye a través de la entrega personal, la aceptación del sufrimiento y la apertura a la salvación. Mientras los adversarios de Jesús se burlan de Él, acusándolo de no poder salvarse a sí mismo, el malhechor reconoce en Jesús un poder que va más allá de lo visible. Jesús nos muestra que su reino no es de este mundo.

Este gesto de Jesús nos invita a reflexionar profundamente sobre la naturaleza misma de la salvación. ¿Qué significa que nuestro Rey y Salvador esté crucificado? La cruz, que desde la mirada humana parece la imagen de la derrota, es, en realidad, el lugar donde se desata la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte. Jesús, el Rey crucificado, no utiliza las armas del poder humano: no recurre a la fuerza ni a la ciencia para imponer su reinado. Él se vale únicamente de la fuerza de su divinidad, que sostiene su humanidad en una entrega total y en una misericordia sin límites.

La salvación es una cooperación entre la gracia de Dios y la libertad humana. No se trata solo de un acontecimiento futuro, sino de un proceso que ocurre en la historia, en el contexto de la Iglesia y en el seguimiento de Cristo.

La visión católica de la salvación reconoce la necesidad de la gracia divina, la intervención directa de Dios en nuestras vidas, pero también subraya que el ser humano sigue siendo libre para cooperar con esa gracia. Desde esta perspectiva, la historia tiene un propósito redentor: Dios actúa en el mundo, invitando al ser humano a responder libremente a su llamado. Él reina en la historia de los hombres y reina en nuestra historia personal.

Cada vez que el hombre se abre a la salvación y coopera con la gracia, Cristo derrota de nuevo el pecado y el poder de la muerte con la fuerza de su amor. Así, Él reina en nuestras vidas y en nuestra sociedad.

Este contraste entre la cruz y el poder mundano es esencial para comprender la naturaleza del Reino de Dios. Mientras que el poder mundano se basa en la fuerza y el control, el poder de Cristo se basa en el amor sacrificial y la entrega total. Su reino no es de este mundo, y su triunfo no se mide en victorias militares ni en conquistas territoriales, sino en la salvación que ofrece a toda la humanidad.

El relato de Lucas, sin embargo, no solo nos invita a contemplar el sufrimiento de Jesús, sino también la esperanza que Él ofrece. “Hoy estarás conmigo en el paraíso” no es solo una promesa a un malhechor, es una promesa a toda la humanidad. La salvación es posible, incluso en las circunstancias más desesperadas, incluso en los momentos más oscuros de sufrimiento.

El “paraíso” que Jesús promete no es solo una esperanza para el futuro, sino una realidad que comienza aquí y ahora, en la vida de aquellos que lo siguen, que cooperan con su gracia y que, en medio de las dificultades, buscan su Reino.

Que este mensaje nos impulse a vivir nuestra fe con esperanza y valentía. Que, como el buen ladrón, podamos encontrar la salvación en Jesús, el Salvador crucificado, el Rey que dio su vida por todos nosotros. Amén.